Un alumno motivado dispondrá de buena atención y se esforzará para lograr objetivos de forma perseverante y paciente.
En el momento actual, la cultura del esfuerzo, del empeño está en decadencia; frente a la sobrevalorada cultura de la inmediatez, impaciencia, facilidad, e incluso, gratuidad en la consecución de logros; a ser posible de forma rápida, a corto plazo, con la mayor prontitud posible.
Como padres y como docentes tenemos una ingente responsabilidad: enseñarles, desde su corta edad, al logro de premios, regalos, objetivos como consecuencia de la puesta en marcha de un esfuerzo. Enseñarles a la consecución de recompensas no inmediatas, ni gratuitas, demorando su obtención.
Si desde pequeños no han aprendido que las cosas cuestan un esfuerzo, cómo van a mantener una atención sostenida y focalizada hacia una tarea escolar, cuando esto intrínsecamente implica un esfuerzo.
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